sábado, 31 de diciembre de 2011

(En tus conciertos) fue lo más cerca que estuvimos de Sión.

Aunque no sea musical, tengo un blog en el que escribo las cosas que me apetecen y cuando me apetece hacerlo.
Es por ello por lo que hoy hago un paréntesis en mis escritos para hablar de alguien extraordinario.

Se trata de una persona que se atreve a decir en una de sus canciones “aunque tú sabes bien que nunca destaqué por mi maestría con la lírica”. Claramente, esto es un acto pleno de modestia ya que puedo afirmar que es una de las personas que más maestría demuestra con la lírica.
Es increíble el talento con el que aúna su maravillosa poesía con unas melodías que te hacen estremecer con sólo escuchar los primeros acordes. Es increíble ver cómo sus dedos se funden con su guitarra y ambos, artista y guitarra, forman uno sólo.
Sólo ella tiene esa peculiar forma de recorrer las palabras, suavemente, antes de moldearlas para que adquieran la forma del corazón de todo aquel que quiera escucharla con detenimiento.


Mucha gente puede sentir tanto como lo hace ella subida en un taburete encima de cualquier escenario, pero poca gente puede transmitir como ella, de esa manera extraordinaria en la que solo ella sabe hacerlo.
En el mismo momento en el que sube a un escenario, te transporta a una dimensión paralela ajena a todo lo demás, donde sólo existen ella, su guitarra y su poesía convertida en canción. Con su voz como único barco navegando y su guitarra como chaleco salvavidas.
Siente lo que hace, y vive lo que siente.
Quien no pueda entenderlo es que nunca ha vivido la música desde el respeto y el cariño que se merece.
Los demás juicios, han de ser desestimados.

Gracias, boza.
Gracias por hacer música, y por compartirla con nosotros.
Seguiremos estando aquí, y en cualquier otro lugar al que tu guitarra quiera llevarnos.



miércoles, 28 de diciembre de 2011

CONTRATAQUE.



Fui el oficial al mando en aquella ofensiva militar.

Milité en tus caricias internándome en las trincheras de tu corazón.
Actué con beligerancia en cada una de las contiendas que emergieron de tus modos.
Asistí a la conflagración entre tus sueños y tus despropósitos intentando replegar a tu ejército.
Patrullé hasta el más recóndito de tus escondites para que ningún asalto me pillara de improviso y aún así, tuve que atisbar desde un rincón el levantamiento de tus tropas.
Destruyeron mis pueblos, mis aldeas, mis hombres y mi corazón.
Mi regimiento se confundió, para siempre, entre la muchedumbre y el olvido.
Y no quedó nada de mí..

Fui el capitán que esperaba en la retaguardia el desembarco de tus hostilidades para contraatacar frenando la avalancha que me tenías preparada.

Me ganaste una batalla, pero aún nos quedaba una guerra entera.

Poco a poco.

Me has robado las palabras, los espacios, los suspiros, los textos que ya tenía escritos.
Y fuiste deshaciendo poco a poco, palabra a palabra, letra a letra cada renglón.
Y fuiste deshaciéndolo poco a poco..
Y fuiste deshaciéndome.
P O C O A P O C O.

lunes, 26 de diciembre de 2011

Meses.

Noviembre retrocede suspendiendo sus pasos sobre el cielo de Abril.
Noviembre dejó de abrazarme para ir corriendo tras de ti.
Y yo me interné, para buscarte, en el laberinto formado por cada uno de los bloques de piedra que interpusiste entre nosotros, sentí miedo, pánico, me sentí perseguida, atrapada, sin aire..
Todo era gris, oscuro, no podía distinguirse si el camino por el que caminabas era el mismo por el que habías pasado siete minutos antes, ni siquiera podía sentir si lo que hacía era lo correcto.

Ahora estoy aquí, desafinada entre el resto de la gente. Buscando el brillo de unos ojos nuevos en los que encontrarte a ti.
No sé, ni siquiera, si tú eres a quien busco.
O si busco un tú al que poder decir algún día: eras tú a quien buscaba.
Ayúdame a encontrarte.
Y llévate todo lo que me sobra de este Noviembre que partió en busca de un nuevo Abril, de su nuevo Abril.

jueves, 15 de diciembre de 2011

Mecanismo.



No sé qué tiene tu sonrisa.
Debe ser un mecanismo automático.
O una máquina especializada.
No encuentro explicación ante el hecho de que
 al verte sonreír, en silencio,
yo no pueda evitar sonreír simultáneamente.

¿Es grave?
No, no sé qué me has hecho.

Pero creo que me gusta..

domingo, 11 de diciembre de 2011

Inevitable sensibilidad sonora.

Como ese momento en el que el artista sale al escenario, con una guitarra como único trapo para cubrir su desnudez y así, poco a poco, seguir desnudando su alma y su corazón..
Ese momento en el que un artista se convierte en un ser vulnerable, sensible y delicado.
O como cuando tu corazón se encoge en el instante en el que aparece ese brillo tan reconocible en los ojos del artista, llevándose su voz como trato para finiquitar el “trueque” y, de esa forma, escuchar cómo su vulnerabilidad, su desnudez y su entrega, tienen su recompensa en esas voces que conforman una sola entonando su canción sin que él tenga la necesidad de acompañarles nada más que con una frágil melodía que sus dedos siguen tocando de una forma casi automática..
Es justo ese momento, en el que las voces de la gente y el corazón del artista forman una única entidad.
El momento, inevitable, en el que tus ojos dejan caer unas lágrimas que tu corazón quiso depositar en tu alma para siempre.



viernes, 9 de diciembre de 2011

Inútilmente.


Baila con quien quieras.
Sonríe, a oscuras, frente al espejo.
Estremece tu cuerpo al contacto con la piel.
Siente caricias.
Rememora una voz.
Simplemente rememora.

Ponte de nuevo ese disco. Ese. El que agarrota tu corazón hasta hacerte estremecer. El que te impide respirar con normalidad. El que te trae, con el viento, un perfume que reconoces a la perfección.
El que te recuerda con quién querías bailar, a quién preferías sonreír, al contacto de qué piel tu cuerpo quería estremecerse, de quién eran las caricias que querías sentir, cómo era la voz que querías rememorar. A quién querías recordar.
Y así, darte cuenta, de que siempre era la misma persona.
De que esa música, sólo te evocaba un recuerdo. Su recuerdo.

Y tú, que no podías evitarlo, contraatacabas intentando no sonreír..
(inútilmente).

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Llámame.

“¿Por qué no te llamo cariño?”
Tú y tu terrible obstinación de no poner nunca puntuación en las oraciones, y dejarlas así, abiertas a todo tipo de interpretación.
Cómo te gustaba dejar que mi imaginación sacara conclusiones erróneas y que mi corazón se aburriera siempre de rebatirlas.
Qué fácil hubiera sido decirme:
“¿Por qué no te llamo, cariño?”
O simplemente decir:
“¿Por qué no te llamo cariño?
A la primera te hubiera contestado con un motivo fundamentado.
Mientras que si me hubieras preguntado “¿Por qué no te llamo cariño?”, podría haberte dicho:
Llámame cariño.
Llámame como quieras..
Pero llámame.
Nunca dejes de llamarme.