miércoles, 9 de septiembre de 2015

A la plancha.

Si quieres puedo seguir callada, como fingiendo que no percibo el brillo de tus ojos al mirarte a través de los míos, o que no me dí cuenta del estremecimiento de tu piel cuando mis dedos pasearon por tu brazo.

Si quieres puedo seguir haciéndome la sorda -y la tonta- y hacer como que no te he escuchado manifestar las ganas que tienes de comer me a la plancha o de comer a la plancha me, que nunca llega a ser lo mismo pero se puede comer igual.

Y, aunque tú no me lo hayas pedido, voy a hacerme la muda un ratito más, por si acaso tus oídos no están preparados para escuchar que tendría respuesta a todos tus anhelos.