domingo, 30 de septiembre de 2012

Desconocida.

Esta tarde, mientras llovía y miraba cómo el gris se apoderaba de media ciudad, una desconocida me ha hablado de ti, sin saber que tú existes. Que existes más allá de su imaginación y de la mía.
Ella no sabe nada de ti.
No sabe que por las noches duermes con la ventana medio abierta. Desconoce el gesto de tu cara cuando el aire helado impacta sobre ella. Tampoco sabe que, cuando comes, prefieres hacerlo con agua.
Ella no sabe que si mira en tus ojos, sube la marea. Ni sabe que, cuando sonríes con el corazón, tu labio se tuerce en una mueca irresistible.
Si nada sabe de esto, desconocerá, también, la forma en la que pones la mano cuando la introduces en cualquiera de tus bolsillos. Ni sabrá que, por las noches, nunca duermes con calcetines.
Tampoco sabe que, cuando suspiras, el viento recoge cinco estribillos de canción y el pelo te tapa los ojos, y tú luchas con él como si nunca más fuera a dejarte ver. Y cualquiera que te mire en ese preciso instante, sonríe, por la belleza y por tu enfado efímero que siempre acaba en sonrisa de verano.
Es imposible que sepa que, en las noches de insomnio, caminas sobre la arena de los relojes deteniendo el tiempo para poder desiluminar las estrellas y disfrutar del mundo a oscuras.
Ella no sabe que, cuando fumas, te gusta hacerlo despacio y, a ser posible, delante de un café con leche hirviendo, sentada en cualquier banco. Desconoce por completo lo bella que puede ser una cicatriz y lo que cura besarla sonriendo.
Ella no sabe nada, ¿no ves?
No sabe que octubre siempre fue mi mes reversible favorito y que, para mí, siempre es abril aunque llueva octubre.

Pero hay algo que, a pesar de desconocerte, sí que sabe.
Ella sabe que, si yo te digo ven, es porque me muero por volver a perderme en tus cicatrices.

domingo, 23 de septiembre de 2012

Vente.


Vente, que si quieres reconstruir el mundo,
yo reinvento tiritas para ayudarte a sanarlo.
Que te espero, cada noche, en el perfume de mi almohada.
Que te pinto un abrazo y te entrego el amor.
Que ya pasó abril, pero otoño abre octubre
y mi banco nunca deja de esperarte..

Vente, que quiero pasear contigo en la arena de los relojes
y sonreírle a la marea, cuando vuelve, como tú.

Vente..