Quizá el fin del mundo hubiera sido la mejor
excusa para decirte que desde que tú no estás, sólo siento frío.
Que las mandíbulas me duelen, de apretarlas.
Que mi pulmón no se olvida de respirarte, y
mis dedos se cansan de soñarte.
Que no te olvido, porque todas las noches te
escribo en canciones.
Que tus errores son mis pasos de baile -de
cualquiera de los bailes que no he bailado contigo.-
Quizá con la excusa del fin del mundo podría
haberte confesado que, cada noche, le canto una nana a tu sonrisa para que no se
olvide de dormir; que las obras de arte, desfallecen al ser observadas mucho
rato.
Quizá podría haberte dicho, que el si el fin
del mundo me hubiera pillado besándote bajo la lluvia… bueno, eso mejor me lo
callo.
Pero ahora, que ya se ha pasado el fin del mundo y
no ha habido final me he quedado sin excusa para decirte que te quiero.
no hacen faltas excusas para eso, adelante! lánzate
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