Siempre preferiste caminar que correr, porque caminando tus pies siempre estaban en contacto con el suelo; en cambio, cuando corrías, había siempre un instante en el que tus pies se separaban de la superficie durante milésimas de segundo.
- ¿Qué me importa que sean sólo milésimas de segundo? Yo tengo vértigo. – Me confesaste una vez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario