Estruja las palabras,
machácalas.
Disfruta de su virulencia
mientras inundan tu ser con su antonimia.
Refúgiate de sus pesadillas contaminantes,
y huye de las turbulencias que ejercen sus sonidos.
Palabras hipócritas
y cobardes
que te envuelven
en un halo de inquietud exultante.
Bombas de tinta,
que convierten un papel
en un quebradero ultrajoso de incertidumbre.
Corre.
Que a veces se puede escapar de ahí.
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