martes, 15 de mayo de 2012

Juego de estrellas.


Mientras ahora tú juegas con las estrellas, yo me dedico a custodiar, por ti, el firmamento. Para que no te hieran el amor con sus esquinas puntiagudas. Para que su brillo no te ciegue la piel.
Luego, me doy cuenta.
¿Cómo no me fijé antes?
Tú eres una de ellas.
Sus esquinas puntiagudas no podrían herirte el amor jamás; de la misma forma que su brillo nunca podría cegarte la piel, si no hacerte, aún si cabe, más incandescente.
La risa de las estrellas en la noche siempre me hizo sonreír.
Pero sólo tu sonrisa consiguió enamorarme, estrella.


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