sábado, 18 de junio de 2011

Metrónomo.

- ¿Puedo pasar?
- Sí, claro. Adelante.
- ¿De verdad?
- Sí, claro que sí.

Iba a entrar, pero dudó un segundo.
Aunque al final decidió hacerlo.

Era demasiado tarde.
Nadie le esperaba al otro lado..
Lo único que se escuchaba en aquella habitación era el latido de su propio corazón medido con tal precisión y regularidad como si de un metrónomo se tratara.
Tic, tac, tic, tac..



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